Esta bella pieza nos muestra a una joven sacerdotisa cuya figura se
ajusta a los cánones artísticos egipcios: Ojo visto de cara y cabeza
de perfil, hombros vistos de cara y brazos de perfil, etc. Los
dibujantes, pintores y escultores egipcios quedaron siempre bajo la
dependencia de la religión. Tenían una concepción metafísica
de las formas y perseguían una búsqueda permanente de una calidad
superior -escondida tras la apariencia externa de las cosas y de los
seres-, menospreciando el testimonio de sus sentidos y de sus ilusiones
ópticas, habitualmente llamadas perspectivas.
Esta forma de representación simbólica sólo se aplicaba a los
personajes más importantes: Faraones, Altos Funcionarios, Sacerdotes o
Sacerdotisas, como en el presente caso. Los miembros del clero
egipcio tenían un papel fundamental, no solamente como guías
espirituales, sino también como «servidores de Dios», manteniendo la
Unión Sagrada entre el Egipto terrestre y el Egipto Celeste. Eran los
encargados de ejecutar los actos del ritual; asimismo eran los que
organizaban las numerosas fiestas religiosas que se celebraban
según ciertos ritos muy precisos.
Todas las religiones antiguas tenían sus sacerdotisas en los
templos. En Egipto eran designadas con el nombre de Sâ, y
servían al altar de Isis, la Diosa Madre de la Humanidad, así como en
los templos de Nit, Hathor, Pakhit, y otras grandes diosas. Las
sacerdotisas eran educadas en las «Escuelas de Secretos
Conocimientos», y como tales el pueblo las respetó del mismo modo que
a los sacerdotes, e incluso con una especial admiración, pues veían a
través de ellas a la Diosa Madre Isis.
Había profetisas, adivinas de sueños e intérpretes de
oráculos. Herodoto, además, hace mención de las hieródulas,
vírgenes o monjas consagradas al Júpiter Tebano, que eran generalmente
hijas del Faraón, y otras princesas de la Casa real. Los
orientalistas hablan de la esposa de Cefrenes, constructor de la llamada
segunda pirámide, la cual era sacerdotisa de Thot.
La joven aquí representada está bellamente adornada con un gran
pendiente, un ancho collar, muñequeras, brazaletes y una diadema.Lleva
dos ramilletes de flores de loto, uno cayendo hacia abajo con las
corolas cerradas, y otro apoyado sobre el hombro con las corolas
abiertas.
Muy abundante en las orillas del Nilo, el loto tiene unas
características muy especiales: Abre su corola al alba y la cierra al
atardecer; nace en la oscuridad de las aguas pantanosas y emerge a la
superficie sin verse manchada por ellas, etc. Por eso, en Egipto, así
como en otras culturas de la antigüedad, el loto era una planta
simbólica. Representaba el renacimiento del Sol, la fecundación, la
fertilidad, y la pureza. Su representación estaba ligada a la
diosa Isis, y perduró en el culto grecorromano a esta diosa. |